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Las Toallas Higiénicas en Colombia

Es posible que si le preguntamos a nuestras abuelas o las mujeres mayores sobre la forma en que vivieron su menstruación, aparezcan historias sobre los métodos que usaban para contener la sangre. La mayoría de ellas utilizó telas sujetadas con resortes o ganchos, que debían ser lavadas y esterilizadas para volver a usarse.


En 1975, durante el gobierno de Alfonso López Michelsen, las mujeres, por primera vez en la historia de nuestro país, pudieron acceder a la carrera militar, y este no fue el único cambio significativo para el género femenino; pues la primera toalla en Colombia surge en este mismo año, siendo la empresa Urigo, quienes después se llamarían familia Sancela y se reconocerían como productos Familia, en la ciudad de Medellín, uno de los precursores en la fabricación y comercialización de este producto, y de toda una gama de elementos asociados al aseo personal.


El estudiante de mercadeo Fernando de la Cruz hace un juicioso registro de la evolución de la marca Nosotras y su desarrollo en los productos que maneja, dentro las cifras que incluye en su investigación aparecen algunas que son de suma relevancia para comprender porcentualmente como estamos actualmente en relación al consumo de toallas higiénicas :


En Colombia en el 2010 hay 20´321.510 mujeres aproximadamente de las cuales:

1´402.260 son indígenas.

8´150.281 mujeres de 0 - 10 años y de 50 - 85 años

12´071.029 mujeres entre los 11 y 50 años, son las posibles consumidoras de toallas higiénicas NOSOTRAS.[1]


Según este mismo estudio los productos familia y Sancela, venden un total de 900 millones de toallas femeninas al año, por un valor de 200 mil millones de pesos. De esta cifra, Nosotras aporta el 53 por ciento total de la producción.


Tendríamos qué preguntarnos por el costo, la comercialización y el acceso a dicho producto, para comprender con mayores elementos cómo se dio el cambio de lo reutilizable a lo desechable, de lo engorroso a lo práctico; pero considero que puede ser mucho más enriquecedor rastrear cómo anclamos desde nuestra geografía las nociones de higiene en torno al cuerpo femenino.


Para comprender la utilización y la aceptación de las toallas higiénicas como método ideal de uso durante el ciclo menstrual, tendríamos que remitirnos a los orígenes del concepto de higiene en el contexto nacional, a las formas en que las entidades reguladoras de la sociedad construyeron su definición y propiciaron su adaptación en las diferentes clases sociales:


El período comprendido entre 1870 y 1940 se convirtió así en la fase de apogeo de los discursos académicos y científicos. Con la higiene a la cabeza y secundada por la pedagogía y la cultura física, estas décadas resultaron definitivas para dar a conocer los principios y propagar las prácticas que hacen posible la doma del cuerpo de las élites y la domesticación del cuerpo del pueblo. En este campo, el principal aporte de la higiene fue haberse constituido no solo en lo que se denomina hoy un saber experto sino incluso en un sistema experto y, por lo tanto, en una de las formas primarias de la modernidad reflexiva (Beck Ed. Al. 1996). Los discursos científicos y académicos que como la higiene y la pedagogía se traducen en programas concretos ampliamente divulgados en la población y que efectivamente modifican los hábitos, introducen el acto reflexivo más nombrado de la modernidad, el que realizan los discursos expertos. En este caso se trata que tanto los programas de los diferentes gobiernos como desde las academias se expresa la preocupación por y la necesidad de transformar los rasgos físicos y las costumbres higiénicas de la población con miras a mejorar la salud, el rendimiento laboral, las habilidades escolares, la adquisición de conocimientos, el desarrollo de las aptitudes necesarias para la industrialización y modernización del país. Este proyecto supone una reflexión primera sobre el estado de la población y una segunda en torno al desarrollo de políticas tendentes a modificarlo a través del empleo de las medidas propias de saberes especializados: higiene, pedagogía, psicología, educación física, etc.[2]


las representaciones corporales se construyen bajo múltiples factores culturales, que en el caso colombiano pasan en gran parte por la mediación de la iglesia católica, pues en gran medida ha sido esta entidad la responsable de legitimar roles de género, y de decidir cuales son las formas correctas de enunciar a hombres y mujeres.


En su ensayo Historia de la Higiene en Colombia, la antropóloga Zandra Pedraza se remite a los orígenes culturales que han dado forma al concepto de higiénico y saludable, haciendo énfasis en la vida y los roles asignados a las mujeres colombianas :


El sistema moderno de representación del cuerpo debe en gran medida su perfil a la acción que la higiene ha ejercido sobre él. El origen de ello está en el lugar asignado al cuerpo formado por la higiene en la constitución de la subjetividad moderna y en las concepciones sociales de la modernidad. En un cuerpo sano, activo y eficiente, se cimienta la sociedad moderna. La higiene no es el primer saber que se orientó en este sentido; con anterioridad se había hecho sentir el discurso moral católico que, incluso antes de los avances de la higiene científica, discutía asuntos sanitarios y reflexionaba en torno a la necesidad de incorporar ciertas prácticas higiénicas para lograr el desempeño del cuerpo y del alma propios de la ontología católica.[3]


Pedraza contextualiza este fenómeno a nivel latinoamericano indicando que:

En Latinoamérica las preocupaciones médicas por el estado sanitario de la población y las ciudades se expresaron a lo largo del siglo XIX, todavía en términos de las concepciones hipocráticas y galénicas y sus recomendaciones apuntaban a ajustar la dieta individual. A diferencia de ésta, la higiene científica, producto de los avances microbiológicos, introdujo la posibilidad de modificar la influencia que ejercen los elementos sobre el ser humano, para así transformarlos en su condición física, moral o intelectual. Esta acción consiste en aplicar medidas sanitarias –obras públicas y normas de higiene privada y preventiva-para alterar el entorno, su acción sobre el cuerpo, así como para minimizar su injerencia en un organismo robustecido por las costumbre higiénicas. Con estas premisas de la alteración del medio y del organismo, la higiene moderna consiguió concebir al individuo ajeno a su entorno social. El cual había dejado de actuar sobre su constitución somática.[4]


Las regulaciones sociales se constituyen desde las esferas privadas, en el cambio de acciones y creencias sobre el proceder individual, que de forma consecuente impactan el quehacer colectivo. Con el surgimiento de las toallas higiénicas las mujeres que tenían acceso a las mismas comenzaron a modificar sus hábitos y a encontrar nuevas referencias de representaciones, valores y etiquetas sobre su propio cuerpo.


El significado de lo higiénico a tenido diferentes matices dependiendo de su contexto , las fuentes remitentes y las receptoras. Los cuerpos de las mujeres han estado mediados por estos significados y replicas sociales que dan forma en buena medida a las identificaciones y cambios de hábitos en sus propios cuerpos.

Siendo mucho más que un proceso natural del organismo femenino, la menstruación se convierte en un anclaje de significaciones culturales, mediadas por las directrices políticas, religiosas y estéticas de un momento determinado.




Bibliografía:


  • De la Cruz Fernando , 9 de agosto de 2013, Colombia, estudio de mercadeo de la marca Nosotras, consultado el 10 de diciembre de 2013 y disponible en: http://prezi.com/a5yzzkn5gyqu/copy-of-mercado-nosotras/

  • Pedraza Gómez Zandra ( 2001) Higiene y órdenes sociales en Colombia,24-41, Libro de ensayos, Reflexiones en salud: una aproximación desde la antropología, Roberto Suarez ( Compilador). Bogotá: Editorial Universidad de los Andes.




[1] De la Cruz Fernando , 9 de agosto de 2013, Colombia, estudio de mercadeo de la marca Nosotras, consultado el 10 de diciembre de 2013 y disponible en: http://prezi.com/a5yzzkn5gyqu/copy-of-mercado-nosotras/


[2] Pedraza Gómez Zandra ( 2001) Higiene y órdenes sociales en Colombia,24-41, Libro de ensayos, Reflexiones en salud: una aproximación desde la antropología, Roberto Suarez ( Compilador). Bogotá: Editorial Universidad de los Andes.


[3] Pedraza Gómez Zandra ( 2001) Higiene y órdenes sociales en Colombia,24-41, Libro de ensayos, Reflexiones en salud: una aproximación desde la antropología, Roberto Suarez ( Compilador). Bogotá: Editorial Universidad de los Andes.


[4] Ibíd.

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