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Museo Menstrual



El artista y filosófo estadounidense Harry Finley es el creador del único museo menstrual que existe hasta la fecha. Desde 1995 abrió al público,en los suburbios de Maryland, el sótano de su casa, : un espacio poblado de los más extraños artilugios para la contención de la sangre menstrual. Dicha colección es el resultado de una obsesiva indagación histórica sobre los métodos de higiene femenina, y los escabrosos inventos que se han elaborado al respecto. Tirantes para sostener telas vaginales, engorrosos pantalones absorbentes y ropa interior de dimensiones exageradas, son algunos de los artículos que este coleccionista logró reunir para sus vitrinas. La exhibición de dichas piezas está acompañada de infografías que describen el universo femenino, centrándose en las características físicas y psíquicas de la menstruación.


Finley trabajó durante más de doce años como ilustrador gráfico para el Departamento de seguridad de los Estados Unidos ( El Pentágono) , y una de las preguntas que le hacen recurrentemente tiene que ver con la aparente desvinculación entre su oficio cotidiano y su interés menstrual. Según sus declaraciones el detonante del interés por la sangre y sus efectos, aparece durante su estadía en un centro psiquiátrico, después de un intento de suicidio. Las múltiples heridas que se realizó en uno de sus brazos lo obligaron a observar el flujo de la sangre durante varias semanas. De esta manera asoció la situación de dolor, fragilidad emocional e imposibilidad para detener el sangrado, con la experiencia que los cuerpos femeninos viven cada mes al desechar el endometrio. Su curiosidad inicial se centró en rastrear los primeros productos para la higiene menstrual, pero fue creciendo e incluyó una detallada revisión publicitaria, la reunión de folletos, libros e investigaciones de toda índole sobre este ciclo. Algunos de los elementos que obtuvo tienen más de cien años de antigüedad.


Durante los cuatro años consecutivos que el museo estuvo abierto de forma permanente y gratuita, recibió alrededor de mil quinientos visitantes. Con opiniones diversas que pasaban por el rechazo, la risa y el asombro, este investigador fue ganando reconocimiento, y muchas de las grandes empresas fabricantes de toallas y tampones, comenzaron a donar materiales para su exposición. La consternación suscitada lo llevó a considerar la creación de un espacio con mayor alcance y permanencia, que el del muestrario hogareño. De esta manera nace el sitio web: Museo de la menstruación y la salud de la mujer.


En este espacio virtual Finley presenta cientos de artículos, columnas de opinión, piezas publicitarias y todo tipo de información gráfica y audiovisual asociada al ciclo menstrual. Con una cuota de humor e ironía sus textos invitan a comprender la menstruación desde lugares particulares, con toda la carga religiosa y sociocultural que puede rodearla, pero siempre sugiriendo la desmitificación de lo negativo. Este portal posee tal cantidad de contenidos y su manera de presentación es tan abrumadora, que la sensación de saturación es inevitable para quien la explora, sin embargo, su riqueza reside en la calidad del contenido. La mayoría de las entradas están en inglés, pero existe una pequeña versión en español traducida por María García quien trata temas como anticoncepción y religión, el punto Gräfenberg (Punto G), los riesgos de las duchas vaginales , olor , religión y menstruación, seguridad de productos para la menstruación , sincronía menstrual y suspensión y aspectos arquetípicos de los genitales femeninos.


El museo de la menstruación lleva hasta la fecha veintitrés años en funcionamiento, y aunque su creador anunció un receso hasta el 2018, la página se ha consolidado como un referente internacional de investigación menstrual. Que sea un hombre el abanderado de esta causa es una particularidad relevante, pues como él mismo lo expresa, aunque se han logrado muchos avances y superaciones de tabúes respecto al tema, sigue existiendo un gran desconocimiento, y sobre todo actitudes negativas y condenatorias, que dificultan las relaciones equitativas entre los géneros. La menstruación, aunque es exclusivamente un proceso biológico del sexo femenino, no debe ser un tema indiferente ante la sociedad, la ciencia, las artes y los demás ámbitos de la creación y el conocimiento.

Finley ha sido blanco de diversos ataques verbales y hasta amenazas de muerte por desarrollar su trabajo, sin embargo, insiste en seguir desarrollando sus investigaciones y enriqueciendo su museo. Su propósito es que las personas que consulten este espacio incremente sus conocimientos y obtengan herramientas para superar mitos y creencias que no han hecho más que atacar la experiencia menstrual.



Imágenes tomadas de la página oficial del Museo de la Menstruación y la Salud de la mujer.

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