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Abono Menstrual


De acuerdo con la medicina científica la sangre menstrual se compone de agua, diversas células muertas del endometrio, lípidos, proteínas, algunas hormonas como la progesterona, y dos componentes de gran importancia para nuestra salud:


Por un lado las Células Madre Estromales (MenSCs) que son células que cuentan con alta capacidad de regeneración, multiplicación y auto-activación, es decir, pueden convertirse en células de cualquier tipo y por lo tanto pueden generar o regenerar diferentes tipos de tejido orgánico, muscular u óseo de nuestro cuerpo. Y por otro, el ácido ribonucleico celular (ARN) que es la esencia de nuestra alimentación, un ácido nucleico presente en diversas células que permite la producción de proteínas necesarias para la actividad celular y su desarrollo. [1]


Es por esta razón que en el campo de la jardinería y las huertas caseras muchas mujeres han implementado el uso de la sangre como fertilizante o abono para sus plantas ornamentales y comestibles, pues la riqueza de los nutrientes que ésta contiene impulsa el crecimiento y mejora la salud de cualquier planta.


Para las mujeres que realizan esta práctica, derramar su sangre menstrual no solo sirve como abono para la tierra, sino que se convierte en una ofrenda a la naturaleza “(…) los cuerpos de las mujeres menstruantes devuelven a la propia naturaleza el potencial dotado para generar la vida de manera natural. La maravillosa interrelación se demuestra cuando al verter sangre menstrual sobre una planta frutícola, podemos observar cómo el aspecto y estado de esta mejora, así como la apariencia y sabor del fruto con el que nos honra”[2]


Se construye una estrecha relación con aquella planta que se riega ya que el cuerpo que donó su sangre y la planta que la recibió, conforman un vínculo o ciclo donde ambas cooperan, ayudándose mutuamente, para la mejora y supervivencia de ambos seres.


Este tipo de prácticas continúan desmitificando creencias y tabús que se han tejido alrededor del cuerpo menstruante y su sangre. Destruyendo la falsa idea de que es una sustancia impura y dañina, por el contrario retoma el valor que se le dio a la sangre menstrual en pueblos como los Celtas, los antiguos Egipcios, los Maorí, cuyas mujeres danzaban desnudas sobre los campos sembrados para fertilizar con su sangre la tierra.


El uso de la copa menstrual permite que la recolección de la sangre sea mucho más efectiva para llevar acabo esta práctica de abono. En mi experiencia personal he regado durante más de un año un pequeño sembrado de aromáticas: hierbabuena y albahaca, las cuales han crecido sanas y en abundancia.


Tanto en la dimensión física como simbólica resulta ser una actividad que re significa la experiencia menstrual y posibilita una mirada más conciliadora ante los ciclos biológicos femeninos. Si desde niñas se nos enseñaran los componentes orgánicos de nuestra sangre menstrual y tuviéramos como una actividad habitual la siembra de pequeñas plantas para regar con nuestro fluido, la experiencia de menstruar no estaría revestida de tanta incomodidad y ocultación, haríamos de nuestra sangre una posibilidad de crecimiento.


Fotos por Joy Prince para la revista Vice


[1] Consultado en http://yeztli.com/diagnostica-tu-sangre-menstrual/


[2] Garlo, Miriam. Arte, conocimiento y sangre menstrual, 2014. En: http://www.m-arteyculturavisual.com/2014/06/21/arte-conocimiento-y-sangre-menstrual/



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