Menstruación y Literatura
Selección de cinco fragmentos literarios en los que se presenta la experiencia de la menstruación desde diversas perspectivas.
Fragmentos Rojos
La menstruación aparece, en muchos casos, dentro del universo literario como un elemento simbólico de la transformación y la muerte. A través de cuentos y poemas, se despliegan sus múltiples significados.
Fotografía: Alejandra Lerma
Esta selección reúne cinco fragmentos que nos permiten entrever distintas formas de enunciar y representar este ciclo femenino; si bien la mayoría de estos textos no presentan a la menstruación como su tema principal,merodean su significado y expresan a través de la ficción posibles experiencias y sentimientos al respecto.
No se trata de un recuento histórico de determinadas corrientes literarias, sino de una agrupación temática cuyo único hilo conductor es la sangre menstrual. Los significados que hemos construido como humanidad alrededor del ciclo menstrual pueden intuirse en la diversidad que expresa el arte. En este caso, la reunión de retazos literarios nos invita a construir un pequeño pero profundo panorama al respecto.
La Tienda Roja Anita Diamant Estados Unidos - 1997
Anita Diamant nos ofrece un relato ancestral sobre la manera en que las mujeres Vivian su periodo menstrual , ubicándose en la época del antiguo testamento hace un retrato profundo del paso de veneración de las diosas al sistema patriarcal de la divinidad. La tienda roja era el espacio de ofrenda y consagración del ciclo menstrual, en el que las mujeres compartían sus experiencias y se aislaban del quehacer cotidiano para conectarse con su tiempo interior.
Fragmentos
No importa lo que estuvieran haciendo sus manos, alzar a los recién nacidos, cocinar, hilar, lavar; su boca no paraba de llenarme los oídos. En la sombra rojiza de la tienda roja, la tienda de la menstruación, deslizaban los dedos por mis rizos, repitiendo los episodios de su juventud, la historia del nacimiento de sus hijos. Sus anécdotas eran como ofrendas de esperanza y fuerza derramadas ante la reina del cielo, sólo que aquellos regalos no eran para ningún dios ni para ninguna diosa, sino para mí. Todavía siento cuánto me querían mis madres. Me habría gustado conservar ese amor para siempre. Me sostenía, me mantenía viva. Incluso tras haberlas dejado, y aún hoy, mucho tiempo después de su muerte, me siento reconfortada al recordarlas. Transmití las historias de mi madre a la generación…
Raquel sabía lo que Lía quería decir, pero el hecho de que ella todavía no hubiera comenzado a sangrar ya no significaba nada, al menos para ella. Y le quemaban las mejillas.
—¿Qué es esto? —dijo Lía, de pronto divertida—.
Está enamorada. Mírenla —dijo —.¿Han visto alguna vez que esta niña se pusiera colorada? —¿Qué es lo que te ha hecho ese hombre? —preguntó
Labán, gruñendo como un perro que husmea la presencia de un intruso en su territorio, cerró los puños, frunció el ceño y concentró toda su atención en Raquel, la hija a la que nunca había pegado, la hija a la que rara vez miraba a la cara. Ella lo había asustado desde el mismo día en que nació, una irrupción violenta, desgarradora que había matado a su madre. Cuando la criatura finalmente salió, las mujeres quedaron desconcertadas al ver que algo tan pequeño, una niña, había causado tantos problemas durante varios días, y le había costado a su madre tanta sangre y, finalmente, la vida.
………….. Comenzó a temer un futuro desgraciado. Nunca le llegaría la sangre, nunca se casaría con Jacob, nunca tendría hijos. Repentinamente, los pechos pequeños y altos de los que había estado tan orgullosa parecían no desarrollados. Tal vez era anormal, un hermafrodita como el ídolo gordo que había en la tienda de su padre, el que tenía un árbol entre las piernas y ubres como una vaca.
Así fue como Raquel trató de apresurar su madurez. Antes de la luna nueva preparó tortas para ofrecerlas a la Reina del Cielo, algo que jamás había hecho, y durmió toda una noche con el vientre pegado a la base del pilar. Pero la luna cambió y volvió a ponerse redonda otra vez, mientras que los muslos de Raquel seguían secos. Se fue caminando hasta el pueblo sola para pedirle ayuda a Inna, la partera más sabia, y ella le dio una infusión de horribles hierbas que crecían en una vaguada cercana. Pero nuevamente volvió la luna nueva y Raquel seguía siendo una niña.
…………………. Finalmente, en el noveno mes después de la llegada de Jacob, Raquel tuvo su primera sangre y gritó con alivio. Adá, Lía y Zilpá cantaron una canción excitante, poderosa, que anuncia los nacimientos, las muertes y la maduración de las mujeres. Cuando el sol se ponía sobre el nuevo mes en que todas las mujeres comienzan a sangrar, frotaron alheña en las uñas de los dedos de Raquel y en las plantas de sus pies. Le pintaron los párpados de amarillo, y le pusieron todas las pulseras, gemas y joyas que pudieron encontrar, en los dedos de las manos y los pies, en los tobillos y en las muñecas. Le cubrieron la cabeza con un fino paño y la condujeron a la tienda roja. Cantaron canciones para las diosas, para Innana y Aserá, Señora del Mar. Mencionaron a Elath, la madre de setenta dioses, incluyendo a Anath en ese número. Anath defensora de las madres.
La tienda Roja: año de publicación. 1997. Fragmento, pagina 15, tomado de: http://www.serlib.com/pdflibros/9788492431991.pdf jueves 22 de octubre 2015.
Carrie
STEPHEN KING
Estados Unidos 1974
La opera prima de este escritor estadounidense aparece en 1974 y narra la historia de Carrie, una adolescente que padece la humillación y burla de sus compañeros de clase, al presenciar el inicio de su ciclo menstrual, esto desencadena la furia de la protagonista, que termina por descubrir sus capacidades sobrenaturales y logra vengarse de los que la han maltratado.
Fragmento
Chris Hargensen lanzó el primer grito, éste fue a estrellarse contra los azulejos de la pared, rebotó y volvió a estrellarse. Sue Snell ahogó la risa en la nariz y sintió una extraña e incómoda mezcla de odio, repugnancia, exasperación y lástima. La chica tenía un aspecto tan diota parada allí, sin saber lo que le estaba ocurriendo. Santo Dios, cualquiera pensaría que nunca...
¡RE-glal
Se estaba convirtiendo en una salmodia, en un conjuro. Alguien en el
fondo (quizás Hargensen u otra , Sue no podía distinguirlo con precisión en esa selva de gritos) chillaba con ronco desenfado: ¡Que se lo tape!
-
¡REgla, RE-gla, RE-gla!
Aturdida, Carrie permanecía inmóvil en el centro del circulo que empezaba a formarse, las gotas de agua se deslizaban por su cuerpo. Se quedó parada como un buen paciente, sabiendo que la broma era a su costa (como siempre), muda y desconcertada, pero no sorprendida.
Sue experimentó un asco creciente cuando las primeras oscuras gotas de la sangre de la menstruación golpearon las baldosas del piso y formaron círculos del tamaño de una moneda.
-¡Por el amor de Dios, Carrie, tienes el período! -gritó Sue
- ¡Límpiate!
-¿Ah?
Lanzó una mirada bovina en derredor suyo. El pelo pegado a sus mejillas seguía una línea curva que le daba la forma de un casco. Tenía una erupción de acné en un hombro.
A los dieciséis años, la huidiza marca de la persona que ha sido hondamente herida ya aparecía claramente en sus ojos.
-¡Cree que se usan para el lápiz labial!
gritó de repente Ruth Gogan con enigmático regocijo y luego se echó a reír a carcajadas. Más tarde, Sue recordó la exclamación y la incorporó al cuadro total, pero, en ese momento, era sólo otro sonido sin sentido en medio de la confusión. Tiene dieciséis años
-pensaba
Tiene que saber qué es lo que le está sucediendo...
Más gotas de sangre. Carrie seguía parpadeando y mirando a sus compañeras con lenta perplejidad.
Helen Shyres se dio vuelta y simuló que iba a vomitar.
-¡Estás sangrando!
gritó de repente.Sue, furiosa
- ¡Estás sangrando, mamarracho estúpido!
Carrie bajó la vista y se miró.
Dio un alarido. El sonido se oyó con fuerza en el húmedo vestuario.
De repente, un tampón la golpeó en el pecho y cayó a sus pies con un ruido sordo. Una mancha como una flor roja apareció en el algodón y se expandió.
Teatro Crítico Universal
Benito Jerónimo Feijoo
España -1740
Benito Feijoo fue un monje español benedictino quien a través de 118 ensayos sobre diversos temas dio luz al libro Teatro Crítico Universal, en esta obra aparece un capítulo dedicado a la relación entre hombres y mujeres que se titula En defensa de las mujeres, el fragmento que aparece a continuación hace parte de dicho capítulo.
Fragmento
Los menstruos femíneos no tienen la ponzoña que tantos libros les atribuyen; ni esterilizan los campos, ni hacen rabiar los brutos. De esto hay mil experiencias. Generalmente hablando, no tienen más, ni menos que otra cualquier sangre evacuada naturalmente, que sea de varón, que de hembra. Si las mujeres menstruadas manchasen los espejos, a cuatro días ninguno estaría de servicio. […] Gaspar de los Reyes, que asiente a todos los males que se cuentan de la sangre menstrua, citando a Suetonio, dice, que Cesonia, mujer de Calígula, enfureció a su marido, dándole a beber esta ponzoña; pero Suetonio no dice tal cosa. […] Otro error comunísimo en la misma materia; y es, que el feto en el claustro materno se nutra de aquella sangre. Monsieur Littre, habiendo hecho la disección de muchas mujeres que murieron en tiempo de la preñez, notó, que los conductos por donde viene la sangre de las reglas, están muy apretados en todo el periodo de la preñez, y no dan entonces sangre alguna, sí sólo un poco de licor blanquecino: concluyendo, que la sangre que nutre al feto le viene inmediata, y copiosamente de las arterias de la matriz.
Teatro Crítico Universal: Año de publicación de la obra: 1740
Año de edición 1999
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
Capitulo Tradiciones populares- En defensa de las mujeres
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/teatro-critico-universal--0/html/fedb1802-82b1-11df-acc7-002185ce6064_4.html#I_10_
“Zona”
Guillaume Apollinaire.
Francia 1912
Este poema aparece en el libro Alcoholes (1898-1913), considerado más cercano a la prosa poética y al relato, Zona es una descripción desgarradora de la época en la que transitó el autor, pero también es un monologo interior que revela su existencia dolorosa.
Fragmento
Hoy caminas por París las mujeres están ensangrentadas…
El sol ese día se desplegaba como un vientre materno
que sangraba lentamente en el cielo La luz es mi madre
oh luz ensangrentada Las nubes goteaban como un flujo menstrual…
Hoy caminas por París las mujeres están ensangrentadas Era y quisiera no recordarlo
era en el ocaso de la belleza…
Rodeada de fervientes llamas Nuestra Señora de miróen Chartres La sangre de tu Sagrado Corazón me inundó en Montmartre Estoy enfermo de oír las palabras benevolentes El amor que padezco es una enfermedad vergonzosa .
Zone- Guilleme Apollinaire
Poemas Selectos
Edicomunicación, Barcelona 1994
Así
Carson Macculers
Estados Unidos 1936
Carson Macculers escribe este cuento en 1936 y, aunque la revista Story compró los derechos, no fue publicado pues el editor Whit Burnett consideró inapropiado el tema de la menstruación para exponerlo de esa manera en ese momento histórico. Solo hasta octubre de 1971 «Así» , aparece en la revista Redbook, como adelanto del libro The Mortgaged Heart.
Fragmento
Hacía de verdad muchísimo tiempo: Marian tenía unos trece años. Si recuerdo bien, yo era mala e incluso más dura que ahora. A la tía a la que quería más que a todas las demás juntas ,le nació un hijo muerto y ella se murió.
Después del funeral mamá nos explicó a Marian y a mí lo que había pasado. Las cosas nuevas que no me gustan me enfurecen siempre cuando me entero; me enfurecen muchísimo y me asustan.
No era eso de lo que hablaba Marian, sin embargo, unos cuantos días después de aquello, mi hermana empezó con lo que a las chicas mayores les pasa todos los meses , y por supuesto me enteré y me llevé un susto de muerte.
Mamá me lo explicó, así como lo que Marian tenía que llevar. Sentí lo que había sentido por la muerte de mi tía, sólo que diez veces peor. También vi a Marian de otra manera, y estaba tan enfadada que quería arremeter contra la gente y golpearla.
No lo olvidaré nunca. Marian estaba en nuestro cuarto, delante del espejo del tocador. Cuando me acordé de su cara de entonces me di cuenta de que estaba tan blanca como ahora sobre la almohada, con las mismas ojeras y con el pelo, lustroso, cayéndole por los hombros, aunque más joven.
Yo estaba en la cama, mordiéndome una rodilla con fuerza.
—Se te nota —dije—. ¡Ya lo creo que sí!
Llevaba un suéter y una falda azul plisada y estaba tan flaca toda ella que se le notaba un poco.
—Cualquiera se dará cuenta. Sin hacer ningún esfuerzo. Basta con mirarte y cualquiera se dará cuenta.
En el espejo estaba muy pálida y no se movió.
—Resulta horrible. Yo no seré nunca así. Se nota mucho y todo eso.
Marian se echó a llorar y se lo dijo a nuestra madre y añadió que no iba a ir al instituto ni nada parecido. Estuvo llorando mucho tiempo. Así de mala y de dura era yo entonces , y aún lo soy a veces. Por eso tuve que quedarme en casa todas las tardes durante una semana , hace mucho tiempo…