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Diario Menstrual

Diario Menstrual


La forma más cómoda en la que he logrado pensar mi vida es a través de la escritura, por eso cuando mi cuerpo dejó su apariencia infantil se abrieron muchas páginas en mi mente. La experiencia de la menarquía es tal vez una de las más importantes en la vida física y emocional de las mujeres, independientemente de su contexto cultural y sus características intelectuales, menstruar por primera vez deja una huella. A mí me sucedió a los 12 años, estaba en un campamento, y cuando me desperté un hilillo de sangre me mojaba el pantalón. Lo primero que se me ocurrió fue ocultar la ropa sucia, pero fue más que evidente que esa pequeña hemorragia no se detendría tan fácil, tuve que contarle a una compañera de carpa y sentir la primera muestra de vergüenza hacia mi cuerpo.

Como todas, me acostumbre a vivir el “incidente” cada mes, pero para mí no dejaba de ser doloroso, y no solo en relación a los temblores del vientre, a las punzadas de los ovarios, o a la violenta exposición de un cuerpo que madura, sino sobre todo al hecho de enfrentarme a una intimidad extraña, donde mi genitalidad se pintaba de rojo y me hacía consciente de las implicaciones de ser una mujer.


Por ese entonces llevaba un diario en el que consignaba juiciosamente todo lo que podía considerar significativo: envolturas de algún dulce regalado por un chico, fragmentos de canciones, cartas de mis amigas, intentos de poemas, declaraciones de rabia… pero aunque padeciera y pensara con obsesión a cerca de mi ciclo menstrual, jamás lo consideré un tema digno de ser escrito. Menstruar no estaba dentro de la lista de cosas que yo amaba, pero tampoco era una fuente contundente de odio, se parecía al miedo, un paisaje brumoso que me costaba descifrar.


Hice silencio durante muchos años.


Estaba en la universidad cuando comencé a participar de los círculos de mujeres, y en uno de los encuentros alguien nos propuso llevar un diario sobre la menstruación, emulando los ejercicios propuestos por Miranda Gray en su libro “ Luna Roja”, donde expone las virtudes del autoconocimiento corporal mientras menstruamos. Aunque la idea me pareció un poco extravagante, ¿qué tanto podría decir sobre un acontecimiento tan repetido y personal? , decidí intentarlo. Se supone que un diario tiene como propósito registrar asuntos que únicamente le competen a quien escribe, pero la característica de este ejercicio consistía en que debíamos compartir lo elaborado. El diario consistía en una suerte de historia clínica, donde escribíamos particularidades físicas y cronológicas de nuestra menstruación, como la fecha de su aparición, la duración, el color, la intensidad y la contextura del flujo; pero además debíamos comentar sobre los cambios emocionales, los deseos y los sueños que aparecían durante este periodo. Escuchar a otras mujeres contar sobre todas las dificultades y rechazos que yo misma había elaborado en torno a mi corporalidad, fue una confirmación contundente de que había mucho por decir al respecto. El diario menstrual se convirtió en un mapa de introspección y seguimiento.




Fragmentos del diario



Día de inicio del ciclo: 14 de Enero

Fase lunar: Luna llena

Final de ciclo: 17 de Enero

Flujo: abundante y de color rojo fuerte

Antojos: Frutas y pasteles

Emociones: Ligeramente cambiantes durante el día




Día 1: Caminar mientras menstruo se hace tedioso, tengo una fijación con la toalla, aunque haya acabado de cambiarla siempre pienso que no puede contenerme, cada paso es un miedo a mancharme.


Sueño día 1: No puedo recordar lo que soñé, di vueltas en la cama. Es difícil dormir por el dolor en las piernas y la sensación de hinchazón en el vientre. El té de canela me calma.



Día 2: Me despierto susceptible, casi todo me irrita, estoy segura de que no todas las mujeres viven su periodo de esta forma, pero los cambios en mí suelen ser bruscos.

Quizá el conflicto más fuerte al que me enfrento tiene que ver con la imagen que me devuelve el espejo, la sensación de desarraigo de mi propia piel. Es difícil no caer en la trampa de las comparaciones, siento la urgencia de regresar al tiempo donde podía tratarme con respeto, tal vez me aceptaba, no porque me quisiera sino porque no pensaba que fuera posible mirarme con desprecio.



Inicio del ciclo: 8 de Febrero

Fase lunar: luna llena

Final del ciclo: 11 de febrero

Flujo: Abundante y de color marrón





Día 1: El cuerpo me pesa mucho, parece una gran piedra que duerme bajo el agua. Siento punzadas en mis pechos, como si unos seres diminutos me pincharan con agujas calientes.


Sueño día 1: Estoy en una estación de buses, veo a los pasajeros despedirse de mí, cuando intento moverme me doy cuenta de que estoy atada a la silla.


Día 3: Estoy agotada, creo que me estoy desangrando por completo, tengo la sensación de ser un río de lava. Duermo cada vez que el tiempo me lo permite, lloro por nimiedades, me siento pequeña y herida.


Sueño día 2: Tuve una pesadilla, la olvidé al despertarme.


Día 4: La soledad de la multitud me agita, creo que nadie puede imaginar mi vacío, aunque en el fondo sé que todos los saben, porque también son humanos y están igual de tristes por no entender la vida.


Sueño día 4: Mi hermana se pierde, una mujer intenta convencerme de que otra niña es mi hermana, luego comprendo que esta muerta y no paro de llorar.




Inicio de ciclo: 10 de Marzo

Fase lunar: luna llena

Fin de ciclo: 13 de marzo


Día 1: Me gusta sangrar, creo que es especial estar herida, sentir dolor, expulsarlo, y seguir en pie, como una guerra que me gano a mí misma.


Sueño día 1: Entro en una casa antigua, en el centro del patio hay un estanque lleno de truchas , mi abuela me esta mirando desde un balcón, meto los pies y ella me dice que los peces pueden morderme. Me despierto.


Día 2: En el trabajo un compañero me preguntó por qué estaba tan pálida, le conté que estoy menstruando y me pareció divertida su reacción de vergüenza, como si este pequeño dato lo dejara desnudo ante mí. Estamos tan poco acostumbradas a exponer nuestra humanidad, que cuando lo hacemos no sé si es un acto patético o heroico.


Sueño día 3 : Me despierto manchada, sueño con un venado que se desangra.




Inicio del ciclo: 28 de Julio

Fase lunar: Menguante

Final del ciclo: 30 de Julio


Día 1: Estoy dentro de mí, tan dentro que casi no escucho el exterior, es difícil porque afuera también me necesitan.


Sueño día 1: Mi tia Neyla me prepara un pastel, me lo llevo a la boca y me quema la lengua.


Día 2: No quiero escribir nada en este diario.

Sueño día 2: Sueño con el sol.


Día 3: Lo que más me gusta de menstruar es disfrutar estar sola, poner en pausa la compañía, mi sexualidad, el ritmo acelerado de las cosas, todo lo importante puede esperar porque yo estoy sangrando y decido darme un lugar distinto, el lugar de la calma y el silencio.




Cuando releo estas páginas me pregunto si realmente hay una diferencia entre la Alejandra que menstrua y la Alejandra que vive sin sangrar, a simple vista diría que no, que sigo siendo igual de susceptible y enredada que en mi días comunes, pero cuando me detengo encuentro una sutil diferencia, como si el fluir de la sangre me permitiera escuchar otros sonidos, me recubro de una capa de sensibilidad líquida, voy flotando por el mundo y a veces parece que me ahogo, pero lo que me ocurre en realidad es que puedo tocar mi propio fondo, y ese descenso me regresa distinta.


Llevar un diario menstrual no es tan distinto a llevar otro tipo de diario , pero permite reconocer ciertas reiteraciones corporales y emotivas que aparecen en mí. A veces no tengo ganas o tiempo para escribir y ese espacio en blanco también me comunica cosas, nuestros discursos se hilan a través de nuestros silencios.


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