La luna en ti
La luna en ti
un documental de
Diana Fabianova
Risas, desconcierto, vergüenza y hasta enfado, se pueden ver en los rostros de los hombres. Diana Fabianova acerca el micrófono y pregunta ¿qué piensas cuando escuchas la palabra menstruación?, las respuestas son esquivas y están minadas de expresiones como: suciedad, desagrado y castigo. Así comienza La luna en ti, un documental que pretende sacar de las sombras el tema menstrual. Utilizando la narración intima, la investigación con fuentes especializadas y el retrato de las opiniones cotidianas, da vida a un panorama complejo y diverso sobre las formas de pensar y vivir este ciclo.
Menstruaciones demasiado dolorosas y colmadas de angustia emocional, eran frecuentes en la vida de esta creadora eslovaca, y fueron las que la llevaron a preguntarse si la única opción para mejorarlas era la consulta médica y sus habituales respuestas farmacéuticas. Dedicó cuatro años de su vida a viajar por distintos países, buscando experiencias y personajes que contribuyeran a clarificar sus inquietudes. Australia, Brasil, Reino Unido, Estados Unidos y su lugar natal, fueron los escenarios de investigación.
Como hilo conductor aparece la historia de Dominique, una niña eslovaca de doce años, a quien Fabianova le propone llevar un diario audiovisual que de cuenta de sus expectativas menstruales ¿ cómo se siente respecto a su inevitable llegada? ¿ cuáles son las percepciones de sus amigas y familiares?. Bajo la hermosa promesa de que en su menarca, tendrá respuestas y propuestas más humanas y efectivas, Fabianova pacta con Domique un vinculo femenino de complicidad, quiere que la niña tenga una relación sana y tranquila con su menstruación, relación que ella no pudo consolidar a lo largo de su vida, pero que intenta transformar mientras desarrolla su propuesta audiovisual.
La diversidad de los relatos y las maneras de presentarlos hacen de esta película un producto sui generis; pasando por las declaraciones conciliadoras de médicas, terapeutas y artistas que invitan a reconocer el cuerpo femenino y sus ciclos como un escenario de creación y belleza natural, hasta las afirmaciones científicas de Elsimar Coutinho de la Universidad Federal de Bahía, que considera la menstruación como un proceso innecesario del cuerpo, y propone interrumpirla usando tratamientos químicos; Fabianova da cuenta de mitos y alternativas menstruales, dejando en claro la necesidad de conciliación corporal que ella y todas las mujeres deberíamos experimentar.
Haciendo uso de imágenes de archivo, trae a nuestra memoria los habituales discursos publicitarios de toallas y tampones, en los que la sangre es azul y los cuerpos de las mujeres alcanzan la expresión de un maniquí. Pone sobre la mesa los debates e investigaciones científicas en los que se utilizaba la condición menstrual de la mujer como un argumento para favorecer la demanda laboral del momento. Por ejemplo, si la necesidad era la de vincular mayor mano de obra, porque los hombres estaban en la guerra, los resultados destacaban la improbabilidad de que el ciclo menstrual interfiriera con la destreza física o cognitiva, pero si el entorno requería mayor población femenina ejerciendo las funciones del hogar, los resultados eran totalmente contrarios. Este elemento nos permite reflexionar sobre el uso institucional que se le ha dado al cuerpo de las mujeres, los discursos del control biológico.
El reconocimiento de la historia menstrual familiar es otro de los pilares de esta obra, las anécdotas de la madre, la abuela, y las hermanas, esclarecen la manera en que se consolida la percepción de lo íntimo; de igual forma la autora desarrolla varios talleres con grupos de adolescentes, en los que se evidencia los estereotipos respecto al cuerpo de las mujeres, tanto los niños como las niñas, enuncian la menstruación con sumo dolor y desagrado. A través de dibujos narrativos recrean el escenario menstrual y nos recuerdan la falta de información y respeto que aún pervive respecto al cuerpo y sus implicaciones sociales.
Para Fabianova es de suma importancia desmitificar la idea de que la menstruación solo puede vivirse como un acto doloroso y emocionalmente frustrante, para ello recurre a declaraciones y prácticas alternativas, como la de la danza del útero, la masturbación que aplaca los cólicos, la creación de un diario menstrual, el uso de toallas de tela o copas menstruales, entre otras. Todas estas propuestas se contraponen a los discursos y formas “ convencionales” de vivir el ciclo. Desterrar las expresiones vulgares y ofensivas, dejar de temer al sangrado y su evidencia, no sentirnos sucias, considerar otras opciones anticoncepetivas, poder dialogar abiertamente sobre nuestro proceso vital, es la apuesta ambiciosa que propone esta realizadora a través de su trabajo.
La historia de Dominique nos remite a la adolescencia y la primera experiencia menstrual como un indicador de autoconocimiento y autoestima. Esta niña pasa por todos los matices emocionales: del miedo a la euforia, de la rabia a la alegría, del desconcierto a la serenidad… nos recuerda nuestras propias búsquedas y temores. En las escenas finales aparece la declaración de su primera menstruación, y como espectadoras reconocemos cierta tranquilidad en su vivencia. A esta altura de la investigación Fabianova ha podido recolectar suficiente información y poner en discusión muchas de sus ideas. Lo que comenzó siendo una molesta curiosidad se ha transformado en un camino profundo de indagación corporal y social. La menstruación no es un asunto únicamente personal, es una realidad colectiva que tiene implicaciones en las relaciones de género, cuestionarnos y proponer nuevas formas de habitar el cuerpo puede contribuir a mejorar dichos vínculos.
La luna siempre ha sido asociada a los ciclos femeninos; el embarazo y su temporalidad fue medida en la antigüedad a través del astro lunar, las siembras, las mareas y mucha de la ritualidad humana ha estado orbitada por su influencia. Nombrar a la sangre menstrual como la llegada de la luna se ha convertido en una opción poética de dignificar este acontecimiento. Somos cíclicas, cambiantes, nuestros ritmos fluctúan y tienen incidencia en nuestro entorno. Esta película nos recuerda que la luna vive en ti, en mí, en nosotras.
El documental completo se puede visualizar aquí: